Elige una ruta, no una rutina.

Leí Momo, de Michael Ende, cuando tenía 16 años.  Era uno de los libros incluidos en la lectura obligatoria del último curso en el colegio.  Me gustó la historia de la pequeña niña que siempre tenía tiempo para escuchar a todo aquel que necesitaba hablar, con imaginación infinita para hacer la mayor aventura de una tarde en el parque.  Los personajes me parecieron entrañables: Gigi, y los cuentos maravillosos que inventaba para Momo; Beppo, el barrendero; el Maestro Hora y su tortuga Casiopea.  Y luego estaban los hombres de gris.

No fue hasta que volví a leer el libro -esta vez con 34 años- cuando realmente comprendí la magnitud del daño que esos hombres de gris infringían en los adultos y por extensión, en los niños y en su mundo.

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(MOMO, Michael Ende)

Contemplaba en cada página cómo los adultos (¡esta vez yo incluida!) nos dejábamos engañar por esos ladrones que prometían guardar el tiempo que tan obsesivamente todos ahorrábamos… A costa de prescindir de los pequeños momentos que hacen que la vida valga la pena.  Sin darnos cuenta de que, en realidad, el tiempo que ahorrábamos era tiempo perdido, porque ya nunca lo podríamos volver a disfrutar.

Sin Momo, Gigi olvidó por qué contaba historias y en ese momento ya no pudo volver a imaginar ninguna.  Sin Momo, el mundo se convertía en un lugar gris, lleno de adultos que preferían las rutinas para optimizar el tiempo porque habían olvidado que alguna vez tuvieron un motivo real para hacer las cosas.

Si, las rutinas nos facilitan la vida.  No tenemos que pensar mucho: alarma a las 6:30, empezar a trabajar a las 8:00, comer a las 13:30, volver a casa a las 19:00, ver la tele hasta las 21:00, cenar y ver más tele hasta las 23:00, ir a dormir.  Fácil.

El problema es que, sin darnos cuenta, nos sumergimos hasta el cuello en la costumbre.  Hacemos las cosas de forma automática, sin razonarlas.  Olvidamos los motivos que nos han llevado a tener el trabajo que tenemos y la vida que llevamos.  Nuestra memoria no recuerda que alguna vez habíamos trazado el camino que queríamos seguir.

Una mañana, haciendo juegos de palabras, mi hijo mayor me dijo: «Elige una ruta, no una rutina«.  Acertó de pleno. Desde entonces la llevo grabada a fuego en la cabeza y en el corazón. Esa frase resume lo que he intentado explicar en estas 400 palabras.

Los hombres de gris siempre están ahí. Intentado engañarnos. Haciéndonos creer que el tiempo que ahorramos hoy lo podremos disfrutar mañana.  No es así.  El tiempo que tenemos hoy sólo lo podremos disfrutar ahora. De nosotros depende decidir si lo vamos a gastar en seguir la misma rutina o en empezar a construir el siguiente paso de nuestra ruta.

Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina, es mortal. – Paulo Coelho 

 

 

 

 

 

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