A menos que estés en el Burj Khalifa y vayas de camino a la azotea, un “viaje” normal en ascensor dura una media de 15 segundos.
El ascensor del Burj Khalifa te eleva 504 metros en menos de 1 minuto y el de la Torre Taipei 101 (el más rápido del mundo) lleva a los pasajeros desde la planta baja hasta el piso 89, obviamente sin paradas intermedias, en 37 segundos.
Y aunque parezca poco tiempo, es increíble lo largos que se pueden hacer 20 segundos cuando no sabes de qué hablar con la persona que te acompaña en la cabina. Mirarse los zapatos, las uñas, seguir el indicador con el cambio de planta… Lo que sea para no cruzar miradas con la persona que tienes al lado.
Tanto sufrimos, que existen cientos de páginas con recomendaciones sobre temas de los que hablar en un ascensor. Los más socorridos del clima, los arriesgados de actualidad política o el siempre presente fútbol. Sin embargo, con la llegada de los smartphones se acabaron los silencios incómodos. Móvil a la mano y a esperar que el ascensor pare en tu planta.
Zoe Deschanel y Joseph Gordon-Lewitt en una escena de la película (500) Días Juntos
Pero seamos sinceros, ¿tan importante es mantener una conversación en un ascensor? No.
Lo realmente importante es qué haces con la oportunidad de dirigirte a una persona y en 15 o 20 segundos transmitirle una idea, una visión. Es aprovechar la ocasión para compartir un sentimiento o conseguir lo que necesitas de alguien.
¿Podrías explicar en 30 segundos lo que quieres conseguir con tu trabajo o qué ayuda necesitas de una persona? ¿Sabrías convencer a alguien de que tú eres la mejor apuesta?
Aunque no seamos conscientes, cada vez que alguien decide dedicarnos su tiempo para escuchar lo que tenemos que decir, mantenemos una conversación de ascensor y como no sepamos qué decir o cómo decirlo, las puertas se abren y tendremos que salir antes de que podamos hacerlo.
Viendo una entrevista que le hacían A Francis Ford Coppola sobre El Padrino, me llamó mucho la atención que centrara una parte importante de su reflexión en la palabra que, para él, definía la película: sucesión. Cuando tienes claro tu propósito, cuando sabes cuales son los términos que lo definen, entonces tienes la respuesta para todas las dudas que se te van a presentar en el camino para conseguirlo.
En el ascensor, la dificultad no radica en el poco tiempo que podemos tener para dejar una impresión. La parte difícil del ascensor es que nos exige hacer una reflexión previa sobre nosotros mismos, porque de lo contrario no podrás encontrar las palabras exactas que te definan a ti, a tus proyectos y tus metas. Sólo tienes una oportunidad para acertar y causar una buena impresión, y se agota a los 30 segundos.