Cada vez que escucho o leo al personaje público de turno diciendo que sus palabras han sido publicadas «fuera de contexto» no puedo evitar que un gusanillo me recorra el estómago. Automáticamente pienso que ya me han vuelto a tomar por tonta (a mí y a todos). Sigo leyendo/escuchando la noticia en cuestión, con la esperanza de que realmente esta vez SI fuesen palabras sacadas de contexto, pero la realidad es que hasta ahora nunca ha sido así.