Hay trabajos llenos de glamour. Aquellos que desarrollan su profesión en torno al mundo de la moda o de las artes escénicas parecen estar rodeados de un aura especial, propia de aquellos que viven en una realidad que para el común de los mortales es tan sólo un sueño.
Claramente el de sexador de pollos hoy no entra en esa categoría.
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La primera vez que escuché el término fue de boca del gran Luis Aragonés, cuando se defendía de acusaciones que lo tachaban de xenófobo, por la forma en la que decidió «motivar» a uno de sus jugadores: «Dígale de mi parte a ese negro que usted es mejor que él». Corría el año 2004, Aragonés era entrenador de la Selección y no se le ocurrió mejor forma de expresarle a Reyes su opinión sobre Henry -su compañero de equipo en la Premier League-, que por aquel entonces acaparaba toda la atención de la prensa inglesa.
Esas palabras le llevaron a contarnos a todos, frente a las cámaras, que él tenía muchos amigos, de todas las nacionalidades; entre ellos, un japonés que se dedicaba a sexar pollos, con un error del 2 por mil. Hasta nos dijo que una vez le acompañó a sexarlos, pero que el sólo miraba.
Luis Aragonés era un contador nato de historias y de anécdotas. Aquella quedó como una más, en un largo recopilatorio de frases e intervenciones míticas de ese gran deportista y entrenador.
La semana pasada el término volvía a saltar en las noticias. Reino Unido se queda sin sexadores de pollos, a pesar del suculento salario ofrecido. ¿Cómo es posible que no se amontonen los candidatos a un trabajo que ofrece 4.500€ al mes? ¿Por qué el Consejo Británico de Aves de Corral está pidiendo al gobierno de David Cameron que agregue el sexador de pollos a su lista de empleos de escasez crónica?
No es cuestión de sueldo. Muchos trabajos no son especialmente bien remunerados. Tal es el caso de la inmensa mayoría de los profesionales vocacionales. Enfermeras, policías, profesores… Quienes desarrollan estos trabajos tienen una clara inclinación de ayuda a los demás. Saben que no se harán millonarios, pero ellos buscan aportar su granito de arena para que este sea un mundo mejor. Muchos de ellos trabajan muchas horas al día por bastante menos de 4.500€ al mes.
Tampoco será por la monotonía. Un sexador de pollos llega a clasificar unas 8.000 aves al día (aproximadamente 1.000 pollos en una hora, lo que supone que tiene menos de 4 segundos para decidir si es hembra o macho). No será particularmente divertido, pero existen muchos otros trabajos alrededor del mundo que son igual de ordinarios y monótonos, al punto de ser realmente aburridos. Aquí se podrían incluir la mayoría de las profesiones tradicionales, especialmente aquellas que transcurren día a día en frente de un ordenador, tecleando sin parar, con la vista fija en una pantalla.
Algunos apuntan a la exigente formación y al nivel de calidad mínimo requerido. Que le pregunten a un ingeniero o a un médico por aquello de la exigente formación o del nivel de calidad mínimo requerido… Bien es cierto que un sexador de pollos debe superar una formación específica de aproximadamente 3 años y que esa formación no se puede recibir en cualquier sitio. Sólo existe en el mundo una escuela permanente para el entrenamiento de sexadores de pollos, es la Escuela Zen Nippon y está en Nagoya (Japón). Hubo una época en la que recibían cientos de estudiantes, de los cuales sólo unos 30 terminaban el rigurso entrenamiento. En 2010 apenas se graduaron 3 estudiantes, 3 sexadores que empezarían a ejercer una profesión en la que es posible ganar 15.000 US$ en un mes, incluyendo el bonus por contratos internacionales.
¿Qué ha pasado?
El dinero es una fuente de motivación, pero tiene limitaciones.
Bien es conocido que si una persona no gana lo suficiente, no estará motivada. Pero ganar mucho dinero sólo motiva hasta cierto punto. Si, un buen salario es un aliciente para elegir profesión, pero no es el factor determinante. De serlo, tendríamos las calles llenas de traficantes de drogas (una actividad muy peligrosa, pero lucrativa)… Claramente no elegimos esa “profesión” porque hay otras cuestiones, como la legalidad, la honestidad o la seguridad personal (por nombrar tres) que nos llevan a decir NO a ese camino.
Obvio, queremos ganar suficiente dinero para tener un nivel de vida adecuado. Pero cuando una persona ya gana lo suficiente como para que deje de pensar en el dinero, ¿en qué empieza a pensar? Siendo el dinero -la posibilidad de recibir un salario- el primer factor que nos lleva a elegir un trabajo, todavía nos quedan otros tres factores que nos ayudarán a decantarnos por una profesión, una misión, una vocación o nuestra pasión:
En el momento en el que conseguimos equilibrar esos cuatro factores, conseguiremos tener un propósito, realizando un trabajo que conlleva un alto grado de satisfacción personal y trascendencia.
Hubo una época en la que sexar pollos también ofrecía eso, un propósito. En un momento en el que estaba despegando la industria alimenticia, era fundamental poder determinar si un pollo era hembra o macho, ya que esto ayudaría a equilibrar y mejorar la producción de huevos y carne, al menor coste posible. Después de dos guerras mundiales, era esencial. ¿Qué más daba tener que someterse a una rigurosa disciplina, a un duro entrenamiento visual? La recompensa no sólo era monetaria, conllevaba un crecimiento personal.
Al final, es la posibilidad de tener experiencias enriquecedoras, de sentir ilusión por lo que haces, lo que realmente nos motiva. Hoy en día también buscamos trabajar en algo que nos haga felices, pero nuestra percepción de la felicidad es la que cambia con el tiempo.
Referencias:
(1) Del «ganar, ganar, ganar y ganar» al ‘sexador’ de pollos: los mejores momentos de Luis Aragonés
(2) Chicken sexers in Japan lament the decline of an industry
Hola Mayo ❤
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Holaaaa! 🙂
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